miércoles, 16 de octubre de 2013

Día mundial del pan


Pan sin amasado.


Cuando me he enterado que hoy era el día mundial del pan me ha hecho gracia, porque yo tenía en el horno... ¡¡pan!!.
No era algo que tuviera previsto y simplemente era el pan que hoy tocaba.


Es una de mis alternativas para cuando no quiero pasarme un rato amasando y solo es necesario planificar un poco los tiempos.
Anteanoche refresqué mi masa madre y  la dejé fuera del frigo toda la noche. A primera hora de la mañana de ayer vuelta a refrescar y a la tarde lo mismo hasta completar un vaso grande de los de combinados (o sidra).


A última hora de la noche la masa madre estaba lista y burbujeante. La puse en un bol añadiendo agua y harina (aproximadamente una hidratación del 70%) y añadí la sal.
Mezclo con una espátula  hasta conseguir un punto, que si tendría que amasar a mano sería difícil hacerlo. Mi idea era meterlo cubierto de film al frigo, pero como la noche estaba fresca decidí dejarlo en la terraza al sereno (14 grados).
A la mañana he comprobado que había doblado su volumen y he volcado la masa sobre una encimera muy bien enharinada para que no se pegue.
Le he dado 6 o 8 plegados como si fuera una carta, para darle forma. En un bol grande he puesto papel de horno y dentro de él he puesto la masa con el cierre arriba con sumo cuidado, porque estaba difícil de manipular.


Dos horas de reposo y una hora de horneado dentro de mi “olla de barro”.
Este es el resultado con el greñado característico de dejar el cierre del boleado hacía arriba.


Y mi merienda de esta tarde con un trozo tostado con unas lascas de bonito (del embotado este verano) y unas laminas de cebolla roja de Zalla.
                   


                                    Pon un pan en tu vida

sábado, 5 de octubre de 2013

Vacaciones Francia 2ª parte

périgord

Tenía pendiente la segunda parte de mi viaje por Francia este verano. Pero el mes de septiembre ha sido mes de conservas, recolección de frutas y de mucho trabajo en la huerta… Me encanta la tarea de recoger hortalizas y hacer conservas que nos permiten poner luz de verano durante el duro invierno  (esto sucede cada vez que abro un tarro de tomate, pimientos, mermelada o vainas congeladas…).






Ha sido agotador… pero no se me ocurren mejor manera de pasarme un mes de septiembre que horneando pan, cocinando en familia y recolectando tomates (que por cierto tendrán su capítulo aparte particular), pimientos o haciendo mermeladas y dulce de membrillo. ¡Así de básica soy! 


Pero a lo que íbamos… le hable a una amiga de este viaje y le dije que podría ver pronto las fotos aquí, pero mi “pronto” se ha hecho tarde y no quería dejar pasar la oportunidad de publicarlas y además felicitarle por su próximo cumpleaños el día 7.

Es una “FELIZ MAMA” requeteocupada pero espero que encuentre un poco de tiempo para ver la segunda parte de nuestro recorrido veraniego.



Espero que pueda recrear con mis imágenes y mis palabras lo mucho que disfrutamos recorriendo, castillos, pueblos medievales y lugares que parecían estar anclados en otra época.


En poco más de una hora pasamos de los increíbles viñedos cercanos a Burdeos a los pueblos medievales considerados de los más bellos de Francia.


Primero fue Bergerac que pertenece al llamado Perigord “purpura” por el color de sus vinos. Es el aperitivo para entrar de corazón en otra época.                                                                                         Beynac ya en pleno Perigord negro es un pueblo con calles empedradas llenas de encanto y donde el tiempo parece haberse detenido, para regalarnos esa belleza de otra época tan difícil de encontrar.






Salir en gabarra por el rio Dordoña disfrutando de las mejores vistas de La Roque Gageac es otra de las cosas que nos ayudaron a entender la historia del pueblo y de su Castillo de Castelnaud. 








También merece visita los Jardins suspendus de Marqueyssac donde dependiendo del tiempo que les queramos dedicar, podemos hacer un recorrido más largo o tomar un café contemplando la puesta de sol acompañados por sus pavos reales y viendo volar en el horizonte globos aerostáticos.











Y para finalizar Sarlat-la-Canéda a donde llegamos una noche que no pudo parecernos más mágica. Las calles estaban llenas de gente (algo bastante inusual en otras zonas de Francia) y en cada esquina había algún tipo de actuación diferente; conciertos de músicos de todos los estilos, saltimbanquis y equilibristas, espectáculos de magia, mimos… puro espectáculo.







Al día siguiente Sarlat-la-Canéda nos pareció otro lugar completamente diferente, más comercial y turístico. Nos hizo darnos cuenta de cuan diferentes pueden ser nuestros viajes dependiendo de lo que el azar nos quiera regalar.






(Casi me olvido de Rocamadeur ¡es precioso! pero mis fotografías no le hacen justicia).                                            




Ya estoy soñando con volver…