périgord
Tenía
pendiente la segunda parte de mi viaje por Francia este verano. Pero el mes de
septiembre ha sido mes de conservas, recolección de frutas y de mucho trabajo en la huerta… Me encanta la tarea
de recoger hortalizas y hacer conservas que nos permiten poner luz de verano
durante el duro invierno (esto sucede
cada vez que abro un tarro de tomate, pimientos, mermelada o vainas congeladas…).
Ha sido
agotador… pero no se me ocurren mejor manera de pasarme un mes de septiembre
que horneando pan, cocinando en familia y recolectando tomates (que por cierto tendrán
su capítulo aparte particular), pimientos o haciendo mermeladas y dulce de
membrillo. ¡Así de básica soy!
Pero a lo
que íbamos… le hable a una amiga de este viaje y le dije que podría ver pronto
las fotos aquí, pero mi “pronto” se ha hecho tarde y no quería dejar pasar la
oportunidad de publicarlas y además felicitarle por su próximo cumpleaños el día 7.
Es una “FELIZ
MAMA” requeteocupada pero espero que encuentre un poco de tiempo para ver la
segunda parte de nuestro recorrido veraniego.
Espero que
pueda recrear con mis imágenes y mis palabras lo mucho que disfrutamos
recorriendo, castillos, pueblos medievales y lugares que parecían estar
anclados en otra época.
En poco más
de una hora pasamos de los increíbles viñedos cercanos a Burdeos a los pueblos
medievales considerados de los más bellos de Francia.
Primero fue Bergerac
que pertenece al llamado Perigord “purpura” por el color de sus vinos. Es el
aperitivo para entrar de corazón en otra época. Beynac ya en pleno Perigord negro es un pueblo con calles empedradas
llenas de encanto y donde el tiempo parece haberse detenido, para regalarnos
esa belleza de otra época tan difícil de encontrar.
Salir en
gabarra por el rio Dordoña disfrutando de las mejores vistas de La Roque Gageac
es otra de las cosas que nos ayudaron a entender la historia del pueblo y de su
Castillo de Castelnaud.
También merece visita los Jardins suspendus de
Marqueyssac donde dependiendo del tiempo que les queramos dedicar, podemos
hacer un recorrido más largo o tomar un café contemplando la puesta de sol
acompañados por sus pavos reales y viendo volar en el horizonte globos aerostáticos.
Y para
finalizar Sarlat-la-Canéda a donde llegamos una noche que no pudo parecernos
más mágica. Las calles estaban llenas de gente (algo bastante inusual en otras
zonas de Francia) y en cada esquina había algún tipo de actuación diferente;
conciertos de músicos de todos los estilos, saltimbanquis y equilibristas, espectáculos
de magia, mimos… puro espectáculo.
Al día siguiente
Sarlat-la-Canéda nos pareció otro lugar completamente diferente, más comercial
y turístico. Nos hizo darnos cuenta de cuan diferentes pueden ser nuestros
viajes dependiendo de lo que el azar nos quiera regalar.
(Casi me olvido de Rocamadeur ¡es precioso! pero mis fotografías no le hacen justicia).
Ya estoy
soñando con volver…