Pan sin amasado.
Cuando me he enterado que hoy era el día mundial del
pan me ha hecho gracia, porque yo tenía en el horno... ¡¡pan!!.
No era algo que tuviera previsto y simplemente era
el pan que hoy tocaba.
Es una de mis alternativas para cuando no quiero
pasarme un rato amasando y solo es necesario planificar un poco los tiempos.
Anteanoche refresqué mi masa madre y la dejé fuera del frigo toda la noche. A
primera hora de la mañana de ayer vuelta a refrescar y a la tarde lo mismo
hasta completar un vaso grande de los de combinados (o sidra).
A última hora de la noche la masa madre estaba lista
y burbujeante. La puse en un bol añadiendo agua y harina (aproximadamente una
hidratación del 70%) y añadí la sal.
Mezclo con una espátula hasta conseguir un punto, que si tendría que
amasar a mano sería difícil hacerlo. Mi idea era meterlo cubierto de film al
frigo, pero como la noche estaba fresca decidí dejarlo en la terraza al sereno
(14 grados).
A la mañana he comprobado que había doblado su
volumen y he volcado la masa sobre una encimera muy bien enharinada para que no
se pegue.
Le he dado 6 o 8 plegados como si fuera una carta,
para darle forma. En un bol grande he puesto papel de horno y dentro de él he
puesto la masa con el cierre arriba con sumo cuidado, porque estaba difícil de
manipular.
Dos horas de reposo y una hora de horneado dentro de
mi “olla de barro”.
Este es el resultado con el greñado característico de
dejar el cierre del boleado hacía arriba.
Y mi merienda de esta tarde con un trozo tostado con
unas lascas de bonito (del embotado este verano) y unas laminas de cebolla roja
de Zalla.
Pon un pan en tu vida